miércoles, 28 de octubre de 2009

Noche Larga .-

Éramos cuatro... no tomábamos mucho y solo nosotras éramos buenas para bailar apretadito. La brisa era exquisita. Nos sentamos a comer unos tallarines con salsa blanca y una copa de vino blanco. No había mantel en la casa, así que pusimos un papel craft bajo los platos. Reímos y decidimos ir a disfrutar de la brisa y el ruido de las olas. Fuimos felices en ese momento. Amparo se veía radiante, ya habían cumplido 8 meses con Matías. Pedro y yo jamás nos sentimos atraídos el uno por el otro, aún no sé que pasó esa noche.
Salimos de la casa y nos pusimos a caminar, yo no había ido nunca a Pucón, me sentía una huasita inserta en un mundo que no era el mío. Fuimos a ese bar del que todos hablaban, nos tomamos algo de color negro que aún no sé que contenía, bailamos salsa toda la noche. No sabía que tenía aquella gracia, la más evidente eran sus calugas y el intenso color de sus ojos, pero nada más. Nos reímos como nunca, Amparo me miraba con aquella cara de "te conozco". Llegamos a la casa, todos mareados y con una pésima modulación. Nos sentamos junto a la chimenea tomarnos los conchos de la botella que habíamos descorchado en la cena. Mi amiga y Matías empezaron a subir de tonos su caricias en aquel sillón, así que decidieron ir a dormir tras mis burlas y risotadas. Con Pedro nos quedamos conversando de la inmortalidad del cangrejo, el se recostó en el sillón y yo me senté a lo india en la alfombra, junto a él. De un momento a otro, y prometo que aún no se cómo, nos estábamos besando. Lo miré y me aleje, pero había una fuerza de atracción entre ambos, nos reímos quedamos mirando y dijimos "No!" en conjunto, pero no nos aguantamos. Ya eran las siete de la mañana y no quería que Amparo se enterara de lo ocurrido, me levante y me fui en puntillas a mi pieza. Abrí los ojos sentía que alguien me miraba y era ella. Me dijo "Te pillé", "¿Te hago juguito natural de naranja como dice el Coco Legrand?". Reí y fui a buscar mis chalas al living, ¡HORROR!, estaban todas las sillas tiradas en el piso, los sillones corrido y la mesa de centro sin nada, todo lo habíamos tirado. Parecía que un tornado había invadido nuestra morada. Lo desperté y pedí que ayudara a ordenar. Nos mirábamos pero no hablamos, sólo salían de nuestros labios las típicas risitas cómplices. Me fui a bañar y el decidió dormir un momento más. El desayuno fue estresante. "¿Cómo lo pasaste anoche Pedro?, ¿Lo pasaste bien a pesar del tornado?" le preguntó la Amparo. Se puso rojo y me miró. Yo no dije nada, pero mis mejillas rojas y mi vista al plato hablaron por mi. Tratamos de olvidar el tema y pensar que fue una noche para el recuerdo. Ninguno de los dos se proyectaba con el otro. Le agradezco el rato de todos modos... fue un GRAN momento. Nadie lo ha superado. Ufff!!!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario