lunes, 30 de noviembre de 2009

Me hacia llorar ...

El hombre del lunar en la nariz me encantaba... aun no se porque. Meditando pense que me habia hecho sentir nuevamente. El amor en mi era algo escazo, nunca diferencie entre enamorarme y encantarme. Despues de muchas desiluciones amorosas ... pase por otra. El me encantaba ... me encantaba su olor ... me encantaba su voz ... me encantaba su canto ... me encantaban sus manos y sonrisa. Despues de pensar descubri que lo que me gustaba de el era que me enseño que yo sentia... mas alla de la amistad... de lo familiar... de la pena y la rabia... que podia juntar todos aquellos sentimientos en una sola persona. No lo conocia ... para mi el era un misterio. Sus manos eran suaves y las sentia eterna. Despertar a su lado era un lujo... nos reiamos y mirabamos si saber lo que estaba sucediendo. Eso se lo agradezco en el alma... me hizo sentir sangre en las venas.. me hizo suspirar y sufrir por un sentimiento que aun no se definir. Gracias ... gracias por lo vivido ... mas alla de qeu si prospero o no ... gracias por hacerme descubrir un mundo dentro de mi ... gracias por las noches en Cordoba y los caños ... gracias por hacerme sentir lo que muchos no pudieron.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Nada por aquí... nada por allá ...

Tome el bus a la playa tipin 7 de la tarde, iba atrasada a juntarme con mis chicas al depto de la colorina. Después de tres horas, en que el bus recorrió pueblitos que jamás había visitado, me baje corriendo en busca de un taxi que me llevara a mi destino. Llegue a un edificio gigante y blanco, desde el balcón mis amigas ya en estado de ebriedad me cantaban "gaaaata fieeera" y gritaban cosas que no entendi. Deje mis maletas y repartimos las camas, mientras me contaban lo que habían hecho en el día. Me puse mis botas moradas, esas de charol, mucha escarcha en los ojos y salimos a recorrer la playa en busca de un buen sitio para bailar. Llegamos y obvio con mi suerte, se me acerco el ñoño mas grande que he conocido, no es que me crea genial, o la mas mina, pero es que él era todo lo que muestran en una película gringa. Bajo, pelo engominado, partidura al medio, chaqueta de reno, camisa completamente abotonada y pantalones beige amasados y con pinsas. Bailamos toda la noche. Era full simpático, pero definitivamente, como ya es costumbre, los hombres buenos me alejan, a mi me gusta más el peligro y que me hagan sufrir. Llegamos al departamento entre risas y burlas, Magdalena se había agarrado a un tipo en menos de cinco minutos y Rosa, se olvido de su pololeo y fue en busca de aventuras. Al otro día, cocinamos y bajamos a la playa a tomar sol. Nos arreglamos y partimos a la casa de unos amigos de la Magda. Amparo estaba feliz, se iba a encontrar con su "peor es na".
Después de dar vueltas por los cerros y subir una escalera que parecía eterna, llegamos todas desaliñadas y con el maquillaje corrido. Nos tomamos una botella de ron. Como no aceptaron mis concejos respecto a cual comprar, era el peor, muuuy malo, además de ser poco, ya que la botella se acabo a las 2 horas. Derrepente Fabián, que se había encargado toda la noche de cumplir los deseos y mandatos de Amparo, me sirvió un vasito que se veía inofensivo, que tenía coca-cola y tres hielos. Lo acepte, y al tercer sorbo estaba completamente "dada vuelta". Era agua ardiente, que es eso?. Paso el tiempo, y por efectos colaterales al alcohol empecé a ver con cara de ganas a un amigo mago de Fabián. Era muy chistoso, el me mostraba una carta y yo pensaba que me estaba haciendo magia. Parecía una quinciañera vuelta loca con un universitario. Pero, y según lo recuerdo, lo pase bien, además un mago en mi currículum no venía mal. Eso si la caña al día siguiente, ha sido la peor que he tenido en la vida.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Lunar en la Nariz.

El llamado de aquel jueves fue increíble, jamás pensé que mi sueño se podía concretar. Aún recuerdo como saltaba, lloraba y bailaba sola en aquella casona. Me iba a mi amada Argentina. Tal como como Amparo y yo lo pronosticamos alguna vez. Mi cabeza estaba revuelta entre la legalización de papeles, las típicas peleas con mi madre y las de ella con mi abuela, y el poco tiempo que me quedaba. Mi corazón completamente inestable palpitaba intermitente ... ¿Que hago? me pregunte por lo menos 100 veces diarias. No había nada que me atara acá, ¿eso era así?. Pensaba en mi familia, mis amigos, pensaba en Fabián, Eduardo, Patricio, Elo, Marti, Camila, Ignacia, mis compañeros de trabajo ... hasta de la castaña, mi quiltrita hermosa. Iba a estar sola, pero en verdad ¿iba ser así?. Tome la maleta gigante que mi madre insistió tanto en comprar, la llene con ropa, cremas, collares, aros, zapatos, un chaquetón y mi plancha de pelo. Partí un martes 13 en la noche, sabía que si me iba ese día todo resultaría bien, era mi fecha de la suerte. En el bus llore y llore como una magdalena, y tambíen me reí recordando las tardes enteras con Fabián, Eduardo y Patricio, en dónde comenzabamos con un café en la universidad y terminabamos con una chela en la mano, en ese bar que tantas tardes nos albergo. Me quede dormida y desperté con la risa de la gente en el bus, debido a la peli que estaban pasando. Me cargaba Austin Power, pero se me había acabado la carga del mp3, así que no me quedaba otra. Me baje del bus toda nerviosa, camine hacia un taxi y llegue a la hostal. Estaba sola, completa y absolutamente sola. Ordene las cosas, me presente en mi nueva universidad, la recorrí ... pero siempre sola. ¿Porque me vine?, ¿Porque la Elo no me llama o me manda un mensaje diciendome "Onde tay"?, ¿Porque no voy a poder despertar temprano a la Marti para contarle mis extrañas aventuras amorosas?. Respire y me fui al café que me había recomendado la dueña de la hostal. Me senté y lo vi. ¿Que le traigo señorita?, me pregunto con una de las sonrisas mas bellas que he visto. Pase la tarde conectada en mi netbook, entre un café, dos facturitas y tres vasos de agua. No podía dejar de mirarlo. La Marti siempre dice que me fijo en weas, pero es que su lunar en la nariz lo hacia especial. Desde ese momento pasaba todas las tardes. Me mostró la noche de Córdoba entre hippies, volados, baile y música. Tenía una voz suave de esas que te calman y que no te cansas de escuchar. Tenía un look desaliñado, pero siempre se veía bien. Yo creo que era por el "ángel" (como diría mi abuelita) que irradiaba. Nos reímos de tonteras y pasamos buenos ratos. Me encantaba despertar en sus brazos, sabiendo que estaba ahí sin compromisos.