miércoles, 18 de noviembre de 2009

Nada por aquí... nada por allá ...

Tome el bus a la playa tipin 7 de la tarde, iba atrasada a juntarme con mis chicas al depto de la colorina. Después de tres horas, en que el bus recorrió pueblitos que jamás había visitado, me baje corriendo en busca de un taxi que me llevara a mi destino. Llegue a un edificio gigante y blanco, desde el balcón mis amigas ya en estado de ebriedad me cantaban "gaaaata fieeera" y gritaban cosas que no entendi. Deje mis maletas y repartimos las camas, mientras me contaban lo que habían hecho en el día. Me puse mis botas moradas, esas de charol, mucha escarcha en los ojos y salimos a recorrer la playa en busca de un buen sitio para bailar. Llegamos y obvio con mi suerte, se me acerco el ñoño mas grande que he conocido, no es que me crea genial, o la mas mina, pero es que él era todo lo que muestran en una película gringa. Bajo, pelo engominado, partidura al medio, chaqueta de reno, camisa completamente abotonada y pantalones beige amasados y con pinsas. Bailamos toda la noche. Era full simpático, pero definitivamente, como ya es costumbre, los hombres buenos me alejan, a mi me gusta más el peligro y que me hagan sufrir. Llegamos al departamento entre risas y burlas, Magdalena se había agarrado a un tipo en menos de cinco minutos y Rosa, se olvido de su pololeo y fue en busca de aventuras. Al otro día, cocinamos y bajamos a la playa a tomar sol. Nos arreglamos y partimos a la casa de unos amigos de la Magda. Amparo estaba feliz, se iba a encontrar con su "peor es na".
Después de dar vueltas por los cerros y subir una escalera que parecía eterna, llegamos todas desaliñadas y con el maquillaje corrido. Nos tomamos una botella de ron. Como no aceptaron mis concejos respecto a cual comprar, era el peor, muuuy malo, además de ser poco, ya que la botella se acabo a las 2 horas. Derrepente Fabián, que se había encargado toda la noche de cumplir los deseos y mandatos de Amparo, me sirvió un vasito que se veía inofensivo, que tenía coca-cola y tres hielos. Lo acepte, y al tercer sorbo estaba completamente "dada vuelta". Era agua ardiente, que es eso?. Paso el tiempo, y por efectos colaterales al alcohol empecé a ver con cara de ganas a un amigo mago de Fabián. Era muy chistoso, el me mostraba una carta y yo pensaba que me estaba haciendo magia. Parecía una quinciañera vuelta loca con un universitario. Pero, y según lo recuerdo, lo pase bien, además un mago en mi currículum no venía mal. Eso si la caña al día siguiente, ha sido la peor que he tenido en la vida.

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