miércoles, 28 de octubre de 2009

Tibia Noche de Invierno .-

Era pequeño y flaco, el típico personaje que Marcela describía en Los Pecosos , o el mismo Papelucho. Cuando conocí a Franco, me cargó. Fue apático y roto, prácticamente no me miro. Por lo mismo yo tampoco lo mire a él. En la noche tras unas copas de vino y el fuego de la chimenea en el frío invierno, comenzamos a conversar. Hablamos de cine, materia en la cual era un experto, también de fútbol y de lo cuadrada que es la ciencia. Nos reímos mucho, bailamos y cantamos como un par de niños. Nuestros amigos nos miraban, ¿como dos personas tan distintas pueden llegar a congeniar tan bien?. Un albo y pecoso gringo con acento europeo, en verdad un sueño para cualquier mujer, y yo la típica chilenita, media rellenita, castaña y buena pa' la chucha'.
Conversamos de la mala vida amorosa que habíamos tenido durante nuestras vidas. En verdad me pareció increíble lograr reírme de mis penas, me hizo verlas de otra forma. Logro que me riera de las veces q había sido infiel, o de las locuras y chaladuras que hice en mi juventud por lo que yo creía era amor. El también me contó su vida, y de su poca experiencia amorosa. Era un hombre de pocas palabras, pero cuando lograba confiar en alguien, no habían barreras para él. Su único romance, dejando de lados los púberes pololeos en el colegio, había sido en la universidad. Conoció a una Canadiense que venía de intercambio a su país. Cuando la vio se enamoro completamente, y le entrego todo ... cuando digo "todo" es "todo". Con ella fue feliz cinco años, recorrieron el mundo, eran la típica pareja perfecta que va adoptar niños África y salvan animales heridos en la calle, cuando están lejos de la oficina o el laboratorio. Pero todo se acabó, obvio, sino, no estaría sentado frente de mi con una copa de vino, sino en algún globo volando por los aires con su mujer. Fue una lastima lo que le sucedió. Se casó y fue feliz, hasta que encontró una nota en dónde ella le decía que ya no podía más, que lo amaba con su alma, pero su vida era la religión. La busco y la busco, pero no había rastro de ella por todo Canadá. Volvió a su país, llego a su departamento y la encontró sentada en un sillón. - te estado esperando por dos semanas- le dijo. El sonrió y se tiro a sus brazos. Lloraron juntos. Ella estaba vestida de blanco, con un papel de divorcio en las manos. El acepto su decisión, y le dijo que estaba pegado en él como su piel, y que nunca se olvidaría de ella. Tras esa confesión, e historia medio cinematográfica, debo decir que casi, casi se me cayeron un par de lágrimas, me di cuenta que mis sufrimientos y desdichas parecían una alpargata vieja junto a las de él.
Nos fuimos a dormir acurrucados, en esa noche de invierno que nosotros hicimos tibia.

¿ Porqué con él ? .-

Sabía que ese día todo saldría mal, cuando me puse chalas y el día se nublo y empezó a chispear. Hice una cola de hora y media en el banco, en verdad estaba chata, la cajera era una mina joven con cara de pava, con gestos amargados y ojos cansados, representaba a una cuarentona y no la veinteañera que era. Después de eso y con el sueldo en mano empecé a sacar las cuentas de las pocas lucas que me quedaría pa disfrutar. Me acerque al local de pago mas cercanos y gaste la mitad de la platita del mes entre cuentas atrasadas. Tenía que correr al trabajo ya iba atrasada dos horas y el tiempo corría rápido. En la tarde decidí juntarme con Miguel no lo veía hace tres semanas y ya me hacían faltas arrumacos, por decirlo de algún modo. Fue bella esa tarde... hace tiempo que no nos reíamos tanto... hablamos de películas, de teatro, de psicología, y en verdad de puras tonteras livianas que nos hacían feliz. Me reí y burle de sus dichos antiguos, teníamos siete años de diferencia. ¿Se hubiese fijado en mi cuando yo tenia 13 y el 20?, ¿o cuando yo tenia 16 y el 23?, lo dudo. Todo iba perfecto... teníamos una vista maravillosa en ese momento, él amaba la naturaleza, los parques, el olor a bosque y la ciudad de tarde-noche cuando al día lo consumen las luces de los edificios que se ven chiquititos desde las alturas. Miguel daba besos ricos, suaves y apasionados, tiernos y coquetos, cuando los ojos se le achinaban sabía de inmediato lo que quería. lo tenia abrazado, él me estaba haciendo cariño con la nariz en el cuello, cuando su cel sonó insistentemente. Abrí los ojos y decía "amorsito llamando" (hay que decir que yo lo hubiese escrito con "c", pero bueno eso era lo que decía)- ¿QUE ES ESO?. En ese momento se me pasaron mil ideas por la cabeza. La primera era tomarlo y contestar, pa que la pobre mina que tenia por "amorsito" se enterara de lo saco de webas que era su pololo, la segunda era escupirlo, la tercera era tomar el teléfono y pasárselo cono un sarcástico "te están llamando -amorsito-". Consuelo: o - Miguel: 1. Pero actué de otra manera. Lo llene de besos, lo mime, y decidí hacerlo pensar que pasaría algo mas para después dejarlo con las ganas. "-Me siento pésimo- porfa anda dejarme-". Miguel no lo podía creer rogó que me quedara mas rato con él, pero eso no sucedió; le trate de hacer entender que "no eres tu soy yo", ¡je!. Antes de partir tomo su celu, vio la llamada y me quedo mirando con cara de "por favor dime que no viste la llamada", recibió de mi parte una sonrisa irónica que no supo interpretar. En el camino a mi depa, me dijo que recordara que la noche siguiente saldríamos a comer a ese lugar que me encanta y que tiene el nombre de mi libro favorito. "¿Sabes cuanto cuesta un plato en el lugar?-¿tendrás plata para pagar?-tu sabes que soy de gustos caros". Su cara se desfiguro. Quería ser hiriente y lo conseguí. Consuelo:1 - Miguel: 1. Seguimos riendo un rato, hasta que se le ocurrió preguntar que haría al rato. "No sé, supongo que llegar a mi casa, descansar, y después quizás llamar a alguien". El alguien retumbo sus sesos. ¿Alguien?, ¿que alguien?, ¿un amigo cierto?, ¿que hace?, ¿dónde estudia?, etc. me bombardeo con preguntas. En lo primero que pensé fue en Carlos el mejor amigo de la Elo, que había conocido hace un mes, era un nombre que no le había mencionado así que lo iba a dejar pensando. ¡Amigo le dicen ahora!, me dijo enojadísimo, ya había herido su orgullo con el restaurante, y ahora le hería al macho cabrío semental y sustentador que llevaba dentro. "¿Tu eres mi amigo, verdad?, él es tan amigo como tú". Su cara fue lo mejor, me acuerdo y me da risa. Consuelo: 2 - Miguel: 1. Aún no sabe que no lo llamare más, si a él se le ocurre hacerlo, nos juntaremos, conversaremos tranquilamente, me cargan las escenas de celos, no hay que rebajarse de tal forma. Haber que explicación tiene el "amorsito". Consuelo: 3 - Miguel :1.

In my Place .-

No he conocido persona mas directa que ella, envidiaba eso además de sus crespos largos y dorados, aunque le dieran un look medio canuto. Cuando la conocí jamás pensé que nos haríamos amigas o que ella lograría confiar en mi. Era como un Bon o Bon, dura por fuera y con el centro mas suave y dulce que se puedan imaginar, creo que por eso se hizo tan amiga de Martina, las dos compartían un poco de eso. Eloisa era increíblemente graciosa, jamás la vi media "chambreadita", sin embargo compartía una tradición "etílica familiar", siempre se despertó con una copa de vino en la mano, para comenzar bien el día, y se acostaba con un vaso de vodka naranja en el velador par conciliar el sueño. Ver a la Elo, se hizo constante, fue así que decidimos instaurar el día del café una vez a la semana. Nos reuníamos entonces puntualmente todos los miércoles. Eloisa y su mejor amiga Fefi, siempre llegaban 15 minutos atrasadas aquella mesa que albergaba nuestros secretos, risas y pelambres. En el lugar las estábamos esperando con anterioridad Martina, Amparo y yo. Realizábamos un especie de ritual, nuestra conversa partía cuando cada una y por turno, se encargaba de contarle al resto del grupo las peripecias de la semana. La historia de amor de Eloisa era bella pero rara. Ella se caracterizo siempre por tener "atraca-amantes", pero cuando conoció a Facundo, todo cambio. Era alto, rubio, blanco y de ojos cristalinos, de ese tipo de hombres que el doctor te recomienda tres veces al día, como receta para ser feliz. Lo conoció en la celebración del cumpleaños de Carlos, uno de sus mejores amigos, y le cayó pésimo. Es un "arribista, pedante, serio y callado", nos dijo cuando nos contó de su existencia. El había llegado sólo hace dos semanas a Chile, por asuntos de trabajo, no manejaba muy bien el idioma, lo que era una excusa perfecta para el comportamiento que tuvo aquel día. Pasaron un par se semanas y a la Elo le llego un mail extraño, que decía - ¿Salgamos?, te paso a buscar mañana a las 3- La Elo, frente tal imposición se indigno, se ponía roja cada vez que se acordaba de aquellas líneas, nosotras al escucharla solo atinamos a reírnos, se le notaba que le había encantado. A los dos días, salieron, primero a tomarse un traguito, luego a comer y después a bailar salsa. A la mañana siguiente de lo ya señalado, me llego un mensaje de texto al celular que decía- El nórdico baila increíble, y se mueve de pelos, después te cuento porque, besos- Esa noche, terminaron en el departamento de Facundo. Estuvieron durante un año juntos, Eloisa la adoraba, de hecho había aceptado a que se integrara a sociedad y saliera con nosotros, además de presentarlo en su casa. Facundo se convirtió en el regalón de la mamá de la Elo, ella cada vez que lo invitaba almorzar le preparaba empanadas y la cazuela que a él tanto le gustaba - Rico ésta plato típica chilena- decía con su acento, derritiendo por completo el corazón de la tía. Hacia un calor increíble aquel miércoles, pero daba lo mismo, la temperatura no era una excusa para juntarnos sagradamente aquel día de la semana. Estábamos con Martina, Amparo y Fefi, y Eloisa no llegaba. Eran las 6,7,8, 8:30 y no había rastro de la Elo, no contestaba el celular, ni su teléfono de casa. Por lo mismo decidimos ir a verla, la preocupación nos mataba. Llegamos a su casa y nos abrió la puerta en pijama. Se encontraba sentada frente a la tele con una caja de pañuelitos y una pote de helado. Facundo se iba, lo habían trasladado nuevamente de trabajo, y volvía a su país. No lo fue a dejar al aeropuerto, eso haría crecer más su pena. Sin embargo ellos aún hablan sagradamente todos los días, la Elo sabe que cuando llega de la pega y revisa su correo, tendrá un mail de Facundo diciendo que la ama. ¿Saben? creo que son de esas parejas que reúne el destino porque venían juntos desde otra vida ya pasada. Ellos saben que tienen que pasar por esto, para después reunirse en la mitad del mundo y ser felices.

Mi Nachi .-

Quiero hablar de la historia de Ignacia, esa morena de pelo brillante, rizos formados, ojos grandes y largas pestañas, que no dejaba indiferente a nadie. Era un imán de ñoños y cuiquitos. Ella era seca, pero el amor en su vida era como una montaña rusa. Siempre pensé que Nacha creía en historias idílicas dónde un caballero la vendría a buscar y lucharía contra dragones, pero en nuestro último año todo cambió. Siempre creí que ella y Diego aquel hombre extremadamente ordenado, limpio y responsable, nuestro denominado “Yerno de Chile” se quedarían juntos. Nunca paso nada entre ellos, a pesar de regalonearse todo el día, de tratarse de "viejo" y "vieja", de los apretones de cachetes y los "uuuy". Siempre la molestábamos y le decíamos que ella era la culpable por la drástica elección de vida que determino mi ya, "cura" amigo.
Ignacia empezó a buscar aventuras, algo que la moviera y la hiciera sentir viva. Por eso fue que convirtió aquel hombre que durante un tiempo se convirtió en un cavernícola al que sólo le faltaba la lanza, en un agradable hipnotizador de ojos verdes. Ella se fascinaba con él, siempre lo supimos con Martina. Era evidente la atracción, ellos vibraban con lo mismo. Aún recuerdo ese verano, a la Nacha ya todos la veíamos casada con Benjamín, pero un día sin pensarlo decidieron terminar. Creo que ella fue super fuerte, pero siempre supe que tenía más pena de la que decía. Andrés era capaz de despertar en ella sentimientos espontáneos, sinceros y con un peso pasional que muchos envidiaban. Creo que ese fue el permanente error de Benjamín, siempre se acerco a lo "pauteado" más que aquello que fluye. Se olvidaron de querer hacer las cosas porque se quiere y no porque se debe. Benja de todas maneras era un muy buen hombre, el padre ideal para los hijitos crespitos y morenitos que quería tener la Nacha, pero creo que a sus 22, se dio cuenta que aún no estaba para eso, aunque lo quisiera con el alma. Creo que Andrés se aprovecho de las circunstancias, y eso fue lo que le gustó más a mi amiga. Pasaron un tiempo entre risitas, luces y música. Todo fue muy corto, ya que la Nacha decidió volver con Benja. Sin embargo siempre supo que Andrés eternamente estaría ahí, con su voz, su guitarra y batería, para seducirla a penas ella se pusiera a volar bajo nuevamente. Lo más entretenido de ellos es que ya antes el destino les había dado una oportunidad, que Andrés rechazo en su estado "cavernícola". Después fue Nacha quién rechazó Andrés en su estado de "mujer enamorada". Creo que siempre seguirá la misma dinámica entre ellos. Eso, hasta que se encuentren en 5 años más en un supermercado y terminen ebrios y abrazados en alguna playa cantándole a la luna.

Cansada .-

Fue un día de veranito de San Juan, dónde el invierno aún no se acaba pero el sol trata de alumbrar un poquito. Según Amparo fui la culpable de que el calor se fuera. A Miguel lo conocí entre tacos, embotellamientos, entre colores blanco y naranjo. Fue toda una aventura. Quería dedicarle aquel día, es por eso que con la falda corta que tanto le gustaba, me dirigí a la casa de la Nacha a emperifollarme. Mi piel quedo totalmente dorada, mis labios brillantes y mis pestañas mas largas de lo que ya eran. Tras la espera con mi amiga nos pusimos a ver por la mañana una película, se llamaba "teeds", lo más bizarro que podría existir en cine. No me llamaba, mi paciencia y brillo de labios desaparecían poco a poco. Me junte almorzar con Francisca y su marido, que habían llegado hace un par de días de un viaje de trabajos a Nueva York. Fuimos por una botella de vino y unos cuantos cigarrillos. Lo pase increíble, pero no podía dejar de pensar en él. Suspire y decidí llamarlo, cada vez que tomaba mi celular para hacerlo sentía que lo ahogaba un poquito más. Me dijo que lo esperara, que pronto llegaría, que lo disculpara, que tenía que entender como era su trabajo. Tome aire y le dije -Claro te llamo al rato- como siempre...- Di vueltas por Providencia, ya no habían vitrinas nuevas que ver, por lo menos eso pensaba. Camine por Pedro de Valdivia tratando de recordar los buenos momentos que pase en vacaciones con Amparo, su pololo y otros amigos. Casi sentía la brisa marina. Eran las 7 y sonó mi celular, mi corazón latió a mil, era la Nacha, para preguntarme como me había ido. Le conté y me retó. Yo sabía lo que estaba apostando, ya no era una suerte de compañía, sino que estaba perdiendo mi corazón. Me encontré con él en una esquina, mi cara era de cuatro metros, pero él con sus pecas en la cara y su sonrisa pícara hacía que todo se me olvidara. El resto es otra historia.

El Aviador .-

No viví esto pero Amparo me juró de guata que fue así. Conocimos a Nicolás entre chaquetas y gorras. Aún recuerdo ese día estábamos nerviosas, ¿cómo íbamos a saber que si pasábamos toda la fuerza aérea se pondría de pie?. Fue gracioso, aguantamos ir al baño sólo por la vergüenza de que volviera a suceder., para ellos era una muestra de respeto y en verdad eso era lo que nosotras menos queríamos de ellos. ¡je!. Todos vestidos igual, hacia frío y andaban con esos chaquetones en dónde más ancha se les veía la espalda y más altos lucían. Nos sentamos en la fila de atrás junto a dos de ellos. Nos reímos y jugueteamos con ambos pero sólo Amparo salió con cita del lugar. La comenzó a llamar y resolvieron juntarse un día sábado en aquel mall dónde solemos ir a quitarnos el estrés y comprar desenfrenadamente en las liquidaciones que se nos cruce por en frente. Lo vio y le encanto, llegó uniformado, el pelo era tan rubio que se le veía verde, al igual que sus ojos. Era todo un sueño para mi amiga, aunque debo decir que parecía un llavero al lado de él. Nicolás era todo lo que una mujer quiere, te hacia sentir orgullosa cuando caminas con él de la mano por la envidia que produces en las demás. Era uno de los poco hombres brillantes que ha conocido Amparo. Todo entre ellos iba excelente se juntaron en cenas de galas, en el cine, en cafés, etc. Cada vez Nicolás se superaba más, hasta que ocurrió. Se juntaron bajo la lluvia y mi amiga decidió invitarlo a su depa. Subieron y el se quito la chaqueta, las botas, y todo su uniforme. ¡Je, je, je!, aún recuerdo su cara. El pelo dejó de ser maravillosamente rubio-verde y pasó a ser pastoso. Sus ojos albergaban patas de gallo, y el ancho de su espalda sólo era un efecto de la chaqueta. No ocurrió nada esa noche, mi amiga era brillante y se inventó un compromiso olvidado. Me mando un mensaje que decía “Peor!, ven a buscarme ahora. Estoy con Nico. No es lo que pensaba, sálvame!!!... besos.”. Corrí al depa y la vi con el pelo estilando, pensé lo mejor. ¿Que pasó acá?, ¡Buena amiga!-dije- la cara de Amparo era de tres metros, supe que no era lo que pensaba. Le dije que ya era hora de irnos, le pasó un polerón y un pantalón de su hermano menor y Nicolás se fue... para siempre. Mi amiga decidió no contestarle más las llamadas, rechazar sus flores y bloquear su correo. ¡Ay Amparo!, otro que te va a tener que olvidar.

Juegos en la Mesa .-

Cada ves que escucho Amistades Peligrosas lo recuerdo. Me gusta hacerlo, recordar su Polo Black, sus besos y caricias en los labios. No he podido olvidar aquel día. Me llevó a su dpto. y tomamos una copa de vino, había comprado la botella para la ocasión. No me quería acercar a él, sabía que arriesgaba todo, además después de nuestro último encuentro era evidente dónde terminaríamos. La Amparo no podía saber, ella se molestaba cada ves que se tocaba el tema. Una y otra vez me dijo que él no era para mi, que nuestras vidas iban por caminos distintos, que ya pasó el tiempo en dónde éramos niños y jugábamos. Ahora estábamos hablando en serio. Nunca lo pude ver así, jamás pensé en tener una relación seria con él. Siempre supe que no nos podíamos querer que lo nuestro era una “no-relación”, una como los anti-poemas de Parra. Eso no me asustaba, jamás pude explicar lo que me pasaba con él. Lo recuerdo todo, los dos hielos que tenía que ponerle a su café y cuando terminábamos entrelazados tiritando. Su sonrisa era bella, una de las mas lindas que he visto, pero su vanidad me superaba. Recuerdo un día que fuimos al cine y se quedó mirando horas en la puerta de una tienda. Su pelo era algo intocable, que sólo él tenia el privilegio de peinar o moldear. Era un niño, y me encantaba. Me gustaba preparar ensaladas de pepino, lechuga y tomate, me gustaba que me retara porque comía muy lento. Me gustaba fumar y verlo jugar. Me gustaba verme con él. Me gustaba sentirme feliz. Me gustaba que no me dejara caminar y que sintiera que dependía de él, me gustaba hacerle creer eso. Me gustó llorar por última vez. Me gustó mucho Martín.

Ya no te amaré .-

Fueron momentos bellos, ya no lo veo hace más de un año. Todo partió hace mucho tiempo, cuando no teníamos preocupaciones mas que el reto que nos llegaría a fin de mes por las llamadas telefónicas. Nos cantábamos al oído y nos conocíamos sin vernos. Era bello el revoloteo que me daba en el estomago al sentir en ring diario. Aún recuerdo cuando lo conocí. Fue de sorpresa, y uno de los momentos amorosos más felices que recuerdo de mi adolescencia. Era alto, flaco, de piel dorada y nariz de pelota. Compartíamos la cicatriz de una de nuestras cejas. Tenía el pelo y ojos color miel. Me gustaba como olía, como se vestía como besaba, como caminaba, el porte de sus manos y espalda. Seguimos hablando y viéndonos, pero de repente no sé lo que pasó. No nos vimos en un año. Fue en aquella fiesta que marcaba el fin de una etapa, cuando lo vi llegar. Casi me muero estaba más alto, como más grande, y mil veces más guapo. Bailamos toda la noche, muy pegaditos. Me encantaba, lo pasé increíble con él. Entre a la universidad y se hizo rutinario verlo una vez o dos veces al año, en los carretes que la Amparo organizaba o en nuestras fiestas de cumpleaños. Era increíble, nos mirábamos y no nos resistíamos. Me acuerdo que nos olvidamos el uno del otro durante un tiempo. No sé porque el destino quiso reunirnos. Me acuerdo que estaba en la cola del banco muy atareada, tenía que regresar a la oficina y presentar el proyecto cuando lo vi pasar. Traté de hacerme la desentendida, pero mi corazón latía fuerte, la sangre de mis venas avanzaba más rápida y la sonrisa de la cara es algo que no podía borrar. Al parecer teníamos algún tipo de conexión, avanzó y de repente se volteó y me quedo mirando. “¡¡Consuelo!!”, nos miramos y fue inevitable el coqueteo inmediato. Me contó que estaba bien y que muy de vez en cuando se acordaba de mi. Nos despedimos con un “te llamo”. Llegué a la oficina y había un ramo de flores en mi escritorio. Lo conocía perfecto, era mi fantasma desde hace doce años. Esa noche me había comprometido en salir con Amparo, Matías y Trinidad. Fuimos al bar de siempre, a tomar lo de siempre y a reír como siempre, cuando sonó mi celular. Me dijo “Voltea”, era él caminando hacia mi mesa, mis mejillas se pusieron como manzanas, miré a la Amparo, sonrió pero sus ojos eran de desaprobación. Ella sabía cuanto me encantaba pero también cuantas lagrimas había derramado por él. Me tomo de la mano y me llevó a su departamento. Pasé una noche inolvidable. La recordé por toda una semana en especial por los moretones que lucían mi baso y muslo. Mi sonrisa nos se borraba de mi cara. Él me hacia sentir plena y feliz. Sabía que eran pequeños momentos, y que al día siguiente sufriría por su indiferencia, pero trataba de aprovecharlos al máximo y sentirme más cerquita de la felicidad. Decidí dejar de verlo tras esa pelea que tuvimos, además Amparo está en completo desacuerdo y no quiero tener más problemas con ella. De hecho desde que Martín y yo dejamos de vernos, mi relación con ella ha mejorado. Parece que no quiere que sea parte de su familia ¡Je!. Desde que conocí a Miguel, he dejado de pensar en él. De todas maneras seguirá siendo una preocupación constante, su vida no siempre va del todo bien, es inseguro y necesita apoyo. Siempre será el príncipe azul con el que pensé que estaría cuando era niña.

Noche Larga .-

Éramos cuatro... no tomábamos mucho y solo nosotras éramos buenas para bailar apretadito. La brisa era exquisita. Nos sentamos a comer unos tallarines con salsa blanca y una copa de vino blanco. No había mantel en la casa, así que pusimos un papel craft bajo los platos. Reímos y decidimos ir a disfrutar de la brisa y el ruido de las olas. Fuimos felices en ese momento. Amparo se veía radiante, ya habían cumplido 8 meses con Matías. Pedro y yo jamás nos sentimos atraídos el uno por el otro, aún no sé que pasó esa noche.
Salimos de la casa y nos pusimos a caminar, yo no había ido nunca a Pucón, me sentía una huasita inserta en un mundo que no era el mío. Fuimos a ese bar del que todos hablaban, nos tomamos algo de color negro que aún no sé que contenía, bailamos salsa toda la noche. No sabía que tenía aquella gracia, la más evidente eran sus calugas y el intenso color de sus ojos, pero nada más. Nos reímos como nunca, Amparo me miraba con aquella cara de "te conozco". Llegamos a la casa, todos mareados y con una pésima modulación. Nos sentamos junto a la chimenea tomarnos los conchos de la botella que habíamos descorchado en la cena. Mi amiga y Matías empezaron a subir de tonos su caricias en aquel sillón, así que decidieron ir a dormir tras mis burlas y risotadas. Con Pedro nos quedamos conversando de la inmortalidad del cangrejo, el se recostó en el sillón y yo me senté a lo india en la alfombra, junto a él. De un momento a otro, y prometo que aún no se cómo, nos estábamos besando. Lo miré y me aleje, pero había una fuerza de atracción entre ambos, nos reímos quedamos mirando y dijimos "No!" en conjunto, pero no nos aguantamos. Ya eran las siete de la mañana y no quería que Amparo se enterara de lo ocurrido, me levante y me fui en puntillas a mi pieza. Abrí los ojos sentía que alguien me miraba y era ella. Me dijo "Te pillé", "¿Te hago juguito natural de naranja como dice el Coco Legrand?". Reí y fui a buscar mis chalas al living, ¡HORROR!, estaban todas las sillas tiradas en el piso, los sillones corrido y la mesa de centro sin nada, todo lo habíamos tirado. Parecía que un tornado había invadido nuestra morada. Lo desperté y pedí que ayudara a ordenar. Nos mirábamos pero no hablamos, sólo salían de nuestros labios las típicas risitas cómplices. Me fui a bañar y el decidió dormir un momento más. El desayuno fue estresante. "¿Cómo lo pasaste anoche Pedro?, ¿Lo pasaste bien a pesar del tornado?" le preguntó la Amparo. Se puso rojo y me miró. Yo no dije nada, pero mis mejillas rojas y mi vista al plato hablaron por mi. Tratamos de olvidar el tema y pensar que fue una noche para el recuerdo. Ninguno de los dos se proyectaba con el otro. Le agradezco el rato de todos modos... fue un GRAN momento. Nadie lo ha superado. Ufff!!!.