miércoles, 28 de octubre de 2009

El Aviador .-

No viví esto pero Amparo me juró de guata que fue así. Conocimos a Nicolás entre chaquetas y gorras. Aún recuerdo ese día estábamos nerviosas, ¿cómo íbamos a saber que si pasábamos toda la fuerza aérea se pondría de pie?. Fue gracioso, aguantamos ir al baño sólo por la vergüenza de que volviera a suceder., para ellos era una muestra de respeto y en verdad eso era lo que nosotras menos queríamos de ellos. ¡je!. Todos vestidos igual, hacia frío y andaban con esos chaquetones en dónde más ancha se les veía la espalda y más altos lucían. Nos sentamos en la fila de atrás junto a dos de ellos. Nos reímos y jugueteamos con ambos pero sólo Amparo salió con cita del lugar. La comenzó a llamar y resolvieron juntarse un día sábado en aquel mall dónde solemos ir a quitarnos el estrés y comprar desenfrenadamente en las liquidaciones que se nos cruce por en frente. Lo vio y le encanto, llegó uniformado, el pelo era tan rubio que se le veía verde, al igual que sus ojos. Era todo un sueño para mi amiga, aunque debo decir que parecía un llavero al lado de él. Nicolás era todo lo que una mujer quiere, te hacia sentir orgullosa cuando caminas con él de la mano por la envidia que produces en las demás. Era uno de los poco hombres brillantes que ha conocido Amparo. Todo entre ellos iba excelente se juntaron en cenas de galas, en el cine, en cafés, etc. Cada vez Nicolás se superaba más, hasta que ocurrió. Se juntaron bajo la lluvia y mi amiga decidió invitarlo a su depa. Subieron y el se quito la chaqueta, las botas, y todo su uniforme. ¡Je, je, je!, aún recuerdo su cara. El pelo dejó de ser maravillosamente rubio-verde y pasó a ser pastoso. Sus ojos albergaban patas de gallo, y el ancho de su espalda sólo era un efecto de la chaqueta. No ocurrió nada esa noche, mi amiga era brillante y se inventó un compromiso olvidado. Me mando un mensaje que decía “Peor!, ven a buscarme ahora. Estoy con Nico. No es lo que pensaba, sálvame!!!... besos.”. Corrí al depa y la vi con el pelo estilando, pensé lo mejor. ¿Que pasó acá?, ¡Buena amiga!-dije- la cara de Amparo era de tres metros, supe que no era lo que pensaba. Le dije que ya era hora de irnos, le pasó un polerón y un pantalón de su hermano menor y Nicolás se fue... para siempre. Mi amiga decidió no contestarle más las llamadas, rechazar sus flores y bloquear su correo. ¡Ay Amparo!, otro que te va a tener que olvidar.

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