Era trigueña, le decían rubia, y quería ser morena. Le gustaba el ron con 3 hielos y leer 7 veces al año ese libro que habla de cocina y embrujos de amor. Comía galletas saladas con manjar, se maquillaba todos los días y se vestía de negro. Su sueño era ser madre, y todos los días se tomaba al menos 6 tazas de té con un palito de canela. Lidero movimientos políticos y actúo al frente de mil personas. Creció en medio de comerciantes y 3 veces entraron a robar a su casa. Esa era Consuelo.
jueves, 30 de septiembre de 2010
Histérica Taurina .-
viernes, 24 de septiembre de 2010
Mi Rojita .-
Mi rojita tenia un gesto tierno y amaba trepar, al igual que esos animales peludos de color gris, arboles o en su defecto personas.
Su pelo era liso y de puntas crespas, tenía pestañas medio rubias y estaba llena de pequitas. Era estructurada, y cuando se enojaba crecía como dos metros. Era generosa, no sólo con las cosas, sino también con su escucha. Mil veces la llame de mañana, tarde o noche, para contarle mis penas, alegrías, derrotas y angustias. Confiaba mucho en ella. Su color era el morado, fuerte, pero femenino y muchas veces esponjado. La molestábamos siempre en nuestras juntas, por andar con el vestido de novia dentro de la cartera. Creo que eso tenía una resignificación. Ella necesitaba estabilidad, seguridad y a un gigante que la proteja. Que alguien cuidara su corazón y no lo hiciera desangrar como algunos pocos lo hicieron. Era chistoso verla estresada, tan “pispirigua” como dice mi abuelita
No me gustaba verle esa carita de pena cuando me contaba sus idilios de amor, en especial la historia de aquel larguirucho que, ahora, me arrepiento de haberle presentado. Me gustó cuando se olvidó de él, y aprendió a quedarse con aquellas cosas lindas, dejando las malas como enseñanza.
Era una mujer buena, que se merecía un buen hombre. Entre juntas familiares, en su nuevo y hermoso hogar encontró a un prospecto de anteojos que catalogó como “el sueño del pibe”. En pleno "estado amoroso" la vida la hizo irse a tierras marsupiales. Sé que le costó mucho la separación, pero creo que se volverán a encontrar, lo mas probable que en un altar. Ella es una pequeña que necesita un par de brazos grandes y seguros que la apapachen.
Mi rojita volverá pronto, y si bien es cierto no nos vemos a diario, hay lazos que vienen desde el cosmos que no se pueden romper y que se entrelazan con el destino. Nos teníamos que reencontrar sí o si. Mientras ella aprende y se conoce, me quedaré acá extrañándola y tirándole mil vibras amarillas que traspasan fronteras. Le doy gracias por todos los momentos que vivimos. Ojalá que su corazón llegue más lleno. Ya espero el verano para que me cuente todas sus aventuras.