jueves, 24 de junio de 2010

Ni yo me lo creo ...

Me das la espalda !!! - le susurré. Su piel me molestaba, pasaba del blanco al negro y ya me estaba obsesionando. Siempre me creí una mujer fuerte, de esas que salen en las series épicas con un lanza y súper despechugadas. Lo miraba y me daba cuenta de que cada vez estábamos más lejos. Yo me caracterizo por ser ansiosa, me carga la impuntualidad y prefiero las cosas para ayer. No aguanto más, y tengo dos alternativas. Mi elección fue correr. Soldado que huye sirve para otra batalla. El problema es que mi batalla era él. No sé si fue por la edad, por la etapa que estaba viviendo, o simplemente por capricho, pero no podía dejarlo ir. Por lo mismo, y porque muchas veces es más fácil mentirse, decidí alejarme, dejar que se refugiara en algunos brazos que no fueran los mios. Mis celos me estaban matando, me hacia daño, me estaba dejando de querer. Prefería decir que era yo quién se iba, a pensar que era el quien lo hacia. Pensaba en otros y mi mente volaba con ellos. Hice de mi cabeza y pensamientos un cuento, al cual él no podía acceder. En ese espacio me sentía cómoda. Cuanto me duró, ya no lo recuerdo.

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