jueves, 17 de diciembre de 2009

Día uno

Tomo comenzo en mi Chile bello a eso de las 11 de la mañana cuando fui a votar por mi candidato concertacionista y me pintaron el dedo de morado. Me fui a tomar un té con mi madre, mi hermano pequeño, mi abue, Margarita y su madre. Tome el bus rumbo a stgo y fui a cambiar mis pesitos chilenos por argentinos. El bus rumbo a Mendoza, que seria mi primera bajada llego puntual y partimos a la 1.30 de la tarde. El viaje fue bello, conciderando que yo no conocía más allá de Colina. Lo único q me dio miedo fue la cuesta del caracol, una proeza para el chofer. Llegue a la aduana, y obvio q nos demoramos un millón gracias a un argentino q no quería pagar impuestos por la mercadería q llevaba. La mezcla cultural en aquella nave amarilla q nos transportaba era increíble. Pensé q estaba en un película, dónde típico q nos íbamos a volcar y terminariamos en un mundo paralelo del cuál algún día íbamos a ser rescatados. La típica vieja gordita q se vestía como las weas, mal teñida, que no paro de hablar en todo el viaje por cuernofono, y que también obvio, que no paro de roncar durante todo el camino. La delegación deportiva colombiana, llena de pendejos medios pokemones que no paraban de sacarse fotos. Cuatro mujeres irakies que no entendían una palabra y que gritaban - inglés, inglés !!! - Por fin, después de la demora el bus arrancó, y sólo paramos en el camino para dejar en una guardilla a un guardia y su hijo, argentinos los dos, y cuando al conductor se le ocurrió la maravilloza idea de hablar por teléfono. Me dieron almuerzo y once, igual rico. Llegue a Mendoza y el calor era insoportable, recorrí las cercanías del terminal, y obvio que el bus que me llevaba a Córdoba llegó atrasado, parece que así funcionan las cosas aquí. Haciendo hora recorrí la estación, me compre un pancho y una botella de agua mientras esperaba, Conocí también a un argentino que era músico, tenía rastitas y amaba la ghanja, lo que me pareció chistoso debido a las circunstancias. También a un trío de uruguayos perdidos en la estación y a una boliviana residente en argentina que vendía churrines, Ella era un plato, me hizo cuidarle unos sacos repletos de chalecos, para subirlos al maletero del bus, además de encargarme un montón de bolsas y frasadas, y dejarlas con su hijo que ya estaba sentado. Ya en mi lugar miraba por al ventana, y ella saltaba y me regalaba saludos desde abajo, fue la última en abordar por lo mismo. Me toco el segundo piso del bus, junto a mi estaba sentada una gringa joven buena pa hablar y pa roncar también. Cenamos y vi una película q se trataba de una niña q viajaba por primera vez, y pa mala cueva de ella se la raptaban. Super alentador para mi. Me quede raja dormida y desperté en Córdoba, rodeada de letreros con el apellido de uno de mis mejores amigos, tendrá familia acá?.

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