miércoles, 13 de octubre de 2010

Mis tres chanchitos .-

Éste no es un cuento común y corriente. Me gustaba eso de ser "mami". Cuando decidí entrar a estudiar una nueva carrera y quedarme con aventuras "universitarias", creo que conocí a tres almas bellas. Tres chanchitos desovedientes y gozadores.

Mi vida iba a un ritmo distinto, entre el trabajo, y el estudio no me daba tiempo para nada, pero cuando los ví, sentí la necesidad de quererlos, cuidarlos y entre lo que podía aconcejarlos.

Anita, era delgada, pelo largo y negro como la noche. Sus ojos eran gigantes, brillantes y de largas pestañas. Mi chanchita era la sensibilidad con patas y tenía un buen hombre a su lado. Me llamaba la atención su ingenuidad y que en su vocabulario existiera la palaba "besar", "barbaridad" o "partido popular democrático". Cuando las decía, parece que las pronunciaba con la guata. Con ella intercambiabamos experiencias "amorosas", era ultra volada y acostumbraba quedarse dormida para las pruebas.

Fabián era delicioso. Moreno y nortino, llevaba la pasión en la sangre. Era el mejor florerito de mesa. Me gustaba que gritara y se impusiera. Fumaba rápido y gesticulaba a full. Pololeaba hace años, o no sé hace meses. Era abierto de mente. Le perdonó una grande a su polola, eso demuestra lo valioso que es. Bailaba cueca y le gustaba zapatear. Me encantaba conversar con él, es una de esas personas que habla hasta por los códos, pero que cuando necesitas que te escuche, lo hace a mango. Era una real ricura.

Pamela era una caja de sorpresas, ultra espontánea y madura. A ella la vi más angustiada que al resto. Creo que cuando la vida te pone piedras para caer, y las pasas, logras una fortaleza interna increíble. Una flaca y de pelo negro muy linda. Creo que su vida era dual, entre la niñez y la grandeza. Le faltaba darse cuenta de todo los ricos recursos que tenía, ella era brillante. Una real luchadora, pero su corazón la traicionaba. Me gustaba que tuviera claro que de los errores se aprende. Tan chica y un gigante a la vez.

Lo pasaba increíble con los tres. No saben todo lo que me han regalado, todo lo que me han "rejuvenecido". Derrepente pensé que a mis 24 años representaba 50. Fueron muy generosos conmigo y me dieron un poco de su brillo. Me encanta estar con ellos, reír, llorar y conversar de la buena vida y la poca verguenza.

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