Caskis y Pelúdas .-

Carmen, tenía el pelo negro, una gracia envidiable los ojos grandes y claros. Bajita, ultra flaca, y de pecas color café. Era una matadora, ultra espontánea y llena de energías. Cuando nos conocimos hace más de cuatro años, me enamore inmediatamente de su personalidad. Nos convertimos en grandes amigas, la confianza era nuestro lema, y el amor “peludo”, nuestro soporte. Tenemos un carácter muy parecido, nos encanta que nos miren y hacer constantemente el ridículo. A los días de conocerla, ya éramos las mejores "caskis" de este planeta. Inventamos una historia de amor y nos peleábamos a un compañero de trabajo. Era muy gracioso, porque él era súper gay, pero igual lo pasaba chancho con nosotras, lo regaloneábamos y llenábamos de besos. De ahí como que siento que crecimos juntas universitariamente. Ella era increíble, estudiaba derecho y era súper imponente. Me la imaginaba frente a un juez gordo, pelado y con el ceño fruncido, mientras ella le dejaba en claro lo equivocado que estaba y lo apuntaba con su pequeño dedo.

Su vida amorosa era un torbellino. O mejor dicho lo fue, creo que no vale la pena escribir de ello, pasó y ahí se quedó. Nuestras reflexiones de vida nos llevaban a dar cuenta que sólo besábamos a nuestros amigos gays. Por supuesto queríamos más vida amorosa que eso. Amaba que me contara sus historias, porque era sincera. No tenía tapujos, creo que ese era un espacio que creamos entre las dos. Hablábamos de besos, de hombres con “pequeños problemas”, de babosos, de cómo nos gustaba que nos arrinconaran y de lo “frescas” que éramos juntas.

Creo que Carmen va a ser una mujer muy exitosa, me la imagino en tacos, de traje, labios rojos y pelo corto, con un maletín gigante, llena de cosas por hacer. Viajando y tomándonos un café mínimo una vez a la semana. Me imagino que la sigo viendo de vieja, las dos juntas en algún lugar paradisiaco con una piña alcohólica en la mano y con dos hombres rudos y musculosos haciéndonos masajes y poniéndonos bronceador.